Desde que tuve uso de razón, lo vi claro, quería ser abogada, pero no cualquier abogada, no, quería ser abogada penalista.
Los libros de lectura que me han acompañado casi siempre han estado relacionados con los perfiles criminales, psiquiatría forense, medicina forense, de hecho leía “El Caso” cuando todavía se publicaba.
Esto me llevó indudablemente a estudiar derecho y criminología. Cuando acabé, decidí opositar a judicaturas, pensé que así estaría en contacto permanente con el derecho penal, pero posteriormente siguiendo los consejos de mi preparador, decidí ejercer, por lo que continué con mi formación.
Lo que me ha llevado finalmente a dedicarme a lo que me apasiona, el derecho penal, de una manera vocacional.
Y ya son más de 25 años ejerciendo la defensa en delitos de violencia de genero, delitos sexuales, tráfico de drogas, seguridad vial y lesiones, de una manera personalizada, experta, rigurosa, objetiva y eficaz.